Vulvas y glandes en el arte rupestre atacameño

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REVISITA A LAS REPRESENTACIONES TALLADAS DE VULVAS Y GLANDES EN EL ARTE RUPESTRE ATACAMEÑO, NORTE DE CHILE

La representación de vulvas pintadas o talladas en roca es un fenómeno que se conoce de diferentes lugares de nuestro planeta; es así como contamos con ejemplos prehistóricos en Europa, Australia, América del norte, México y en la Polinesia. En Sudamérica se conocen casos en Chile, Perú y Bolivia. Tanto la técnica de ejecución como la forma general (óvalo o triángulo) de estas figuras suelen variar, pero el común denominador es la presencia de una incisión o depresión en el centro.

En el alero de Taira —sitio del río Loa superior conocido por sus magníficas representaciones de camélidos naturalistas— los investigadores de arte rupestre José Berenguer y José Luis Martínez observaron por primera vez la forma “vulva” y la definieron como “un elemento muy similar al sexo de un camélido hembra” grabado en la roca (Figuras 1a, b, c y d). Dicha forma fue detectada en sólo tres de los 28 paneles del alero de Taira o SBa-43 (numeración dada en el registro de las obras parietales del cañón del Loa); a pesar de esta presencia acotada, la vulva fue relacionada por dichos autores con el estilo de camélidos naturalistas en su conjunto, y la vincularon a ritos de fertilidad de pastores de tiempos prehispánicos.

Figura 1a. Vista panorámica de los paneles del alero de Taira (SBa-43) con representaciones rupestres grabadas y pintadas.
De izquierda a derecha: Figura 1b. Detalle de una “vulva” observada en la “Cueva de la Damiana” (SBa-74), ubicada en la ribera O. del río Loa, sector Carrazona. Figura 1c. Relevo del panel XIb de SBa-43 con escena compuesta por figuras de camélidos y vulvas entremezcladas. Figura 1d. Dibujo de diferentes formaciones herraduriformes tipo “vulvas” detectadas en el cañón del río Loa Superior, Región de Antofagasta, Chile (Horta Tricallotis 1999: Fig. 8).

Posteriormente, en los años 90, participé en un barrido mucho más amplio en el cañón del Loa1, cuyo objetivo era detectar sitios que no estuvieran todavía catalogados y revisar, al mismo tiempo, los ya conocidos. De esta manera, en tres paneles del alero de Taira observé la presencia de un nuevo tipo de formación, que difería formalmente de la “vulva” y que igualmente se encontraba inserto en paneles con representaciones de camélidos naturalistas. Opté por llamarla “glande”, a causa de su forma bastante icónica (semejante al extremo superior de un falo erecto), además de volumétrica y carente de depresiones u orificios interiores; tiene en algunos casos carácter escultórico, y se talló en la roca de preferencia en la línea de quiebre entre dos paneles contiguos (Figuras 2a, b y c). De esta manera, emergen de aristas verticales, o se ubican horizontalmente en la línea del techo de los aleros.

De izquierda a derecha: Figura 2a. Formación tipo “glande” en la arista izquierda del panel IX del alero de Taira o SBa-43. Figura 2b. Formación tipo “glande” detectada en el panel 6 del alero SBa-153 (sector Carrazona, frente a la Cueva de la Damiana). Figura 2c. Recopilación de distintos “glandes” observados asociados a sitios con arte rupestre en el cañón del río Loa Superior, Región de Antofagasta, Chile (Horta Tricallotis 1999: Fig. 8).

La forma “vulva” tiene, por el contrario, forma de herradura o pera, además de ser plana, y suele presentar depresiones u orificios interiores (véase Figura 1d). También observé que “glandes” y “vulvas” ocupaban distintos lugares al interior de los paneles: las formaciones tipo “vulvas” se encuentran de preferencia en las paredes bajas de los aleros, y los “glandes”, en lugares más expuestos, desde donde son fácilmente visibles.

Asimismo, los “glandes” figuraban en sitios con camélidos grabados tanto en estilo naturalista como esquemático y, por el contrario, las “vulvas” se hallaban ausentes de los sitios con arte rupestre esquemático. De este modo, me enfrenté a la sospecha de que los “glandes” podrían constituir una manifestación en sí misma, no asociada a ningún estilo en particular y, por lo tanto, podrían tener carácter trans-estilístico. Por lo mismo, supuse que debido a este carácter aparecía recurrentemente superpuesto a los más variados estilos de arte rupestre.

En aquel entonces, en la literatura especializada había escasa referencia al tema, existiendo menciones aisladas a la formación “vulva”; tal fue el caso de Menghin (1964), quien había reunido los hallazgos conocidos hasta los años 60, y daba cuenta de tres lugares con “vulvas” grabadas en rocas (norte de Bolivia, Huasco en la costa de Atacama y Licapen al sur de Chile). También hay que mencionar los trabajos de Oyarzún (1910), Berdichewsky (1968) y Gordon (1980) para otros sitios del sur de Chile. Por otra parte, Aschero et al. (1991) mencionaban “vulvas” pintadas de blanco en el sector III de Inca Cueva 1, en el noroeste de Argentina, pero formalmente diferentes de las “vulvas” del Loa, las que son formas volumétricas talladas en la roca. 

Actualmente, sabemos que el elemento vulva corresponde a manifestaciones de carácter macroregional, compartidas por distintas sociedades pastoras del sur andino, entre ellas, las del altiplano boliviano en el depto. de Tarija, en las localidades de Erquiz y Coimata (Methfessel et al. 2014). Aunque éstas son pintadas sobre la roca, conservan los rasgos formales que resultan característicos (Figuras 3a y b). 

Figuras 3a y 3b. Panel del sitio de Erquiz, Tarija, Bolivia, con representaciones de vulvas pintadas (Methfessel et al. 2014: Figs. 12 y 14).

 Siguiendo el barrido del Sector Santa Bárbara (SBa) del río Loa, aparecieron otros cuatro sitios con paneles representando camélidos naturalistas que se entremezclaban con formaciones herraduriformes y periformes variadas (SBa-159, SBa-74, SBa-245 y SBa-518); el denominador común de todos es constituir aleros rocosos en altura, ubicados en la línea de encuentro del talud con la pared de la quebrada y presentar un abrigo de profundidad variable. Todos se ubicaron en la mitad norte del sector. 

Por otra parte, de la quebrada de Colana, ubicada al oeste del Loa, aunque dentro de su misma cuenca, existe la “Cueva de las Chuchas”2, llamada así por los lugareños, a causa de sus grabados de formas geométricas en general elipsoidales, con uno o dos agujeros en el interior, y eventuales incisiones. Hay identidad de formas entre las “vulvas” del Loa y las de Colana: en ambos lugares constituye un grabado de forma periforme, con o sin características de altorrelieve, y orificios/depresiones al interior. 

No obstante evidenciarse similitud de formas, las “vulvas” de los sitios del Sector Santa Bárbara se encuentran entremezcladas –y, muchas veces, en franca superposición– con los camélidos grabados en la superficie de la roca, cosa que no ocurre en la “Cueva de las Chuchas”, en donde las “vulvas” son representaciones únicas, no acompañadas por zoomorfos. En el sitio SBa-245 las vulvas fueron grabadas –por una parte– obliterando camélidos y, por otra parte, ocupando lugar entre las piernas de una figura humana frontal (Figura 4).

Figura 4. Detalle de panel lateral del alero SBa-245 (Garri Muerto, ribera E del río Loa) con figura humana frontal y representación de una “vulva” entre las piernas.

En cuatro de los cinco sitios que presentaban “vulvas” y camélidos naturalistas fueron observados “glandes” (SBa-43, SBa-74, SBa-518 y SBa-159). No obstante, los “glandes” también tienen ocurrencia en sitios donde no han sido detectadas “vulvas”, pero sí camélidos naturalistas (SBa- 57 y SBa-101). Esto significa una mayor frecuencia relativa de “glandes”, frente a la de “vulvas”, en un área de dispersión que comprende no sólo la mitad norte del Sector, sino también su mitad sur. Asimismo, en los sitios SBa-85 y SBa-88, los glandes –de gran tamaño y que sobresalen mucho del plano de la roca– han sido observados aisladamente, en aristas entre dos paneles y también en superficies planas, sin contigüidad a camélidos.

Por su parte, en el sitio SBa-110, cuyo arte rupestre ha sido vinculado a circuitos caravaneros del período Intermedio Tardío (1000-1470 d. C.) (Berenguer et al. 1985), también se observan “glandes”; estos se sitúan en una cornisa por sobre las representaciones pictográficas de personajes con túnicas trapezoidales decoradas, y también en la superficie del panel mismo, entremezclados con diferentes figuras laberínticas y camélidos estilo Vizcachuno (Figura 5). Esta ubicación indica que se trata de un sitio indiscutiblemente tardío, en términos tanto ocupacionales, como de su arte rupestre (Horta 1999).

Figura 5. Panel de Sba-110, amplio alero ubicado en la localidad de Santa Bárbara, ribera O del río Loa. Las flechas indican algunas de las formaciones tipo “glandes” presentes en el panel.

Fuera de la cuenca del Loa, en el Salar de Atacama, en la Quebrada de Tulán también fue posible detectar la presencia de “glandes”; se trata del sitio Tulán-64, pequeño abrigo asociado a una pirca semicircular que enseña arte rupestre tardío (camélidos esquemáticos y cruces coloniales). En este caso, los “glandes” forman un conjunto aparte de dos formas talladas en un panel un poco más distante de las figuras mencionadas.

Producto de prospecciones efectuadas en el tramo ubicado al norte de Taira, entre dicha localidad y Lequena, fue detectado el sitio SBa-518 (sector Incahuasi), asentamiento de grandes proporciones con profuso arte rupestre. Se compone de numerosos recintos, tres aleros de poca profundidad con muros pircados adosados a la pared de la quebrada, cuevas y silos, entre otras variadas estructuras. Cada uno de los aleros posee arte rupestre grabado, al igual que un panel gigantesco –no asociado a alero ninguno y ubicado en altura en la pared misma de la quebrada– con representaciones de camélidos naturalistas dinámicos; recolecciones de superficie han entregado preliminarmente numerosa fragmenteria cerámica del Intermedio Tardío (Ayquina, Dupont). Formaciones tipo “vulvas” y “glandes” fueron detectadas en dos de los tres aleros (aleros 1 y 2) de este sitio. En el primero se pueden observar camélidos estilo Taira, mientras que en el segundo se aprecian varios otros estilos. 

En aquellos sitios, donde se han detectado “vulvas”, la asociación a camélidos naturalistas no resulta concluyente. Como ya fue mencionado, en la “Cueva de las Chuchas”, la presencia de “vulvas” es completamente aislada respecto de cualquier otro tipo de figuración. Asimismo, en la “Cueva de la Damiana” (SBa-74), las “vulvas” fueron representadas mayoritariamente en el frontis o pared de la quebrada, en contigüidad a camélidos naturalistas tardíos de grandes dimensiones, y en la bóveda interior junto a camélidos no naturalistas (estilo Vizcachuno).

En suma, las asociaciones analizadas – y la constatación de la completa ausencia de “vulvas” en otros sitios con camélidos naturalistas – son situaciones que en su conjunto permiten cuestionar la asociación “vulva-camélidos naturalista” en un sentido estricto. Sin embargo, si tomamos en cuenta, que, en dos sitios como SBa-41 y SBa-110 con evidencias arqueológicas exclusivamente tardías (fines del Intermedio Tardío), no hay nada parecido a una “vulva”, y que, contrariamente, la “vulva” está presente en sitios con componentes del Formativo o del Intermedio Tardío (definidos por medio de fechados o por material arqueológico: SBa-43, SBa-159, SBa-518), tenemos que considerar la posibilidad de que la formación tipo “vulva” pueda corresponder a una manifestación rupestre de pastores de fines del período Formativo (aproximadamente, 600 d. C.), la que habría persistido hasta la primera mitad del Intermedio Tardío.

Por su parte, la formación tipo “glande” presenta asociaciones claramente multi-estilísticas: se ha constatado su presencia en sitios, cuyo arte rupestre corresponde exclusivamente a estilos del Intermedio Tardío (SBa-41 y SBa-110), y también se ha podido observar su intervención iconoclasta en sitios con arte rupestre en Kalina3 (SBa-101) (Figura 6). Además, no se puede olvidar el hecho de que (salvo una excepción: SBa-245) los “glandes” se encuentran en cada uno de los sitios, donde se pueden observar “vulvas” (SBa-43, SBa-74, SBa-159, SBa-518). 

Figura 6. Panel con grabados del sitio Kalina (SBa-101, localidad Kalina, ribera O del río Loa), en el cual se observa el tallado de una formación tipo “glande” en el anca de un camélido.

Sin embargo, la prueba decisiva de su vigencia temporal tardía, la ha entregado el fechado de material de argamasa, que se encontraba contiguo a una hilera de “glandes”, en el sitio SBa-41, ubicado a sólo un km al sur de SBa-43 (Cáceres 1996). Dicho sitio corresponde a un conjunto de 42 recintos conglomerados, ubicados en la terraza fluvial del valle, cuya cerámica excavada pertenece exclusivamente al Intermedio Tardío. El arte rupestre del sitio se encuentra coherentemente integrado a dicho período (camélidos esquemáticos de cuatro patas guiados por figuras humanas, animales cargados, etc.). El recinto 11 – lugar de donde proviene la argamasa – exhibe una pared cubierta con camélidos esquemáticos en un plano inferior; en uno superior, en lugar destacado se puede observar una hilera de “glandes”. Hay que destacar que la pátina de oxidación de unos y otros (camélidos y “glandes”) es idéntica. El fechado en cuestión arroja un resultado calibrado de 1265-1425 DC.  

En consecuencia, parece plausible suponer que tanto el sitio SBa-41 como su arte rupestre tuvieron vigencia hacia finales del Intermedio Tardío y que, por aquella época, los pastores-horticultores de la zona tallaban, en las paredes de cuevas, aleros rocosos y asentamientos con recintos aglutinados, estas formas simbólicas de la fertilidad. El arte rupestre naturalista del Loa Superior ofrece, por lo demás, otras evidencias acerca de la preocupación de los pastores prehispánicos por el incremento del ganado doméstico, en ocasiones en forma de representaciones inequívocas de camélidos copulando (SBa-186) y, en otras ocasiones, sólo insinuando el acoplamiento (SBa-355)4.

¿Qué significaron vulvas y glandes en el arte rupestre atacameño?

Es necesario integrar a estas tallas simbólicas en un conjunto más amplio del quehacer ritual de pastores, cuyo objetivo principal fue propiciar la fecundidad de los camélidos y debe haber sido de data muy anterior al período Intermedio Tardío. La permanencia en el tiempo de su asociación con la fertilidad animal (de la cual depende igualmente la fertilidad humana para las sociedades pastoriles) tiene evidencia etnográfica en nuestros días. Los llameros de Lípez (altiplano sur de Bolivia) incluyen – en los rituales que realizan antes de emprender un viaje con sus camélidos – diversos elementos que aluden a su condición de pastores, entre ellos, destacan miniaturas de llamas en piedra que simbolizan el rebaño, y virauñas (llamitas) y chukas o falos que propician la fertilidad; estos últimos son figuras volumétricas preparadas de grasa del vientre del animal mezclada con harina de maíz blanco (Nielsen 1997).

Asimismo, conviene destacar que los sitios con vulvas ya citados ubicados en territorio boliviano (Erquiz y Coimata) se encuentran asociados a cursos de agua, a una cascada y a un río, respectivamente (Methfessel et al. 2014). Lo mismo podemos decir de Taira, emplazado en el cañón del río Loa en directa relación con antiguos manantiales, hoy casi todos extinguidos (Berenguer y Martínez 1986).

De esta forma, podemos concluir que “vulvas” y “glandes” constituyen representaciones simbólicas formalmente diferentes, pero con un contenido común orientado a procurar la fertilidad del ganado doméstico por parte de las antiguas comunidades pastoras del Loa Superior. La diferencia observada entre la distribución espacial de “vulvas” y “glandes” al interior del sector podría obedecer a diferencias temporales en el uso intensivo de la parte norte y sur del valle. Por otra parte, la forma “glande” sería una manifestación en sí misma, no asociada a ningún estilo de arte rupestre en particular, y su carácter omnipresente podría obedecer a su ubicación cronológica tardía (segunda mitad del Intermedio Tardío). Tanto “vulvas” como “glandes” habrían representado simbólicamente un mismo anhelo: asegurar la reproducción del ganado, su incremento sin obstáculos, fuente de toda prosperidad para los antiguos pastores de este territorio. 

Notas:

  1. Se abordó el recorrido a pie de un tramo de 25 km del río Loa, Sector Santa Bárbara (entre las localidades de Kalina e Incahuasi); esto ocurrió en el marco del Proyecto Fondecyt 1960045 “Ocupaciones arcaico/formativas y arte rupestre en el Loa Superior, II Región, Chile”. ↩︎
  2. Con el vocablo “chucha” se denomina vulgarmente en Chile al genital femenino. ↩︎
  3. El estilo Kalina corresponde a camélidos naturalistas de sólo dos extremidades, y fue vinculado al Arcaico debido a la contigüidad de los paneles de Sba-101 a un asentamiento fechado aprox. en el 2000 a. C. (Berenguer et al. 1985). ↩︎
  4. En Gallardo et al.  (1999) podemos observar una  escena muy  realista de cópula entre camélidos naturalistas del río Salado, afluente del Loa.  ↩︎

Referencias bibliográficas 

Aschero, C., M. M. Podestá y L. D. García (1991). Pinturas rupestres y asentamientos cerámicos tempranos en la Puna argentina. Revista Arqueología 1: 9-49. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Berdichewsky, B. (1968). Excavación en la Cueva de Los Catalanes. Prov. de Malleco. Boletín de Prehistoria de Chile 1: 33-83.

Berenguer, J.; C. Aldunate, V. Castro, C. Sinclaire y L. Cornejo. (1985). Secuencia del arte rupestre en el Alto Loa: una hipótesis de trabajo. Estudios en Arte Rupestre. C. Aldunate, J. Berenguer y V. Castro, Eds., pp. 87-108. Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago.

Berenguer, J. R., & Martínez, J. L. (1986). El río Loa, el arte rupestre de Taira y el mito de la Yakana. Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino 1: 79–99.

Gallardo, F., Sinclaire, C., & Silva, C. (1999). Arte rupestre, emplazamiento y paisaje en la cordillera del desierto de Atacama. In Arte rupestre en los Andes del Capricornio (pp. 57–96).

Gordon, A. (1980). Cura-Cahuin, una visión nueva de los Petroglifos del Llaima. Boletín del Museo Nacional de Historia Natural 37: 61-74.

Horta T., H. (1998). Taira: definición estilística e implicancias iconográficas de su arte rupestre. Chungara, Revista de Antropología Chilena 28 (1–2): 395–417.

Horta T., H. (1999). Ubicación cronológica del estilo Vizcachuno en el arte rupestre del Loa superior, II Región. Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología N°27.

Horta T., H. (2001). Sectorización de estilos en el arte rupestre del Loa, norte de Chile. En  II Jornadas de Arte y Arqueología, págs. 85-108, Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago. 

Menghin, O. (1964). Eine chilenisch-bolivianische Gruppe von Felsgravierungen. Sonderdruck aus “Festschrift für Adolf E. Jensen”. Klaus Reimer Verlag. München, pp. 379-384.

Methfessel, L., C. Methfessel y M. Strecker (2014). Representaciones de vulvas en el arte rupestre del sur de Bolivia, Boletín SIARB 28: 43-56.

Nielsen, A. E. (2018). El tráfico caravanero visto desde La Jara. Estudios Atacameños 14: 339-371.

Oyarzún, A. (1910). Los Petroglifos del Llaima. Boletín del Museo Nacional de Chile II(1): 38-48.


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