Entre los valles de la cordillera, las huellas del pasado convergen con el presente, tejiendo una red de significados que se despliegan con múltiples matices.
Habitamos lugares del mismo modo que nos habitan, componiendo una relación íntima entre las personas y el entorno, inmiscuida en las historias y palpables en el paso del tiempo.
Me centraré en un lugar en específico dentro del Loa medio, en la frontera norte de Chiu Chiu, donde habita una gran roca, la cual tiene inscrita grabados que representan cultivos dentro del valle (Troncoso et al., 2019). La perspectiva que se puede observar desde ahí permite visualizar gran extensión del valle, donde aún es posible reconocer cultivos y el canal que circula.
En el texto Maquetas incaicas en Chiu-Chiu: paisaje y ritualidad agraria en el desierto de Atacama (2019) se menciona que la práctica ritual relacionada a la maqueta estaba dirigida a la manipulación del agua sobre el terreno y su posibilidad de riego sobre los cultivos, siendo un diálogo directo con el lugar, evocando un flujo definido trazado en la maqueta.
Esta práctica revela muchos misterios, pero quisiera concentrarme en la acción de evocar-convocar, de intervenir un territorio trabajado a distintas escalas, de nutrir para ser nutridos. Maneras de dialogar directamente con el lugar que se habita.
En nuestra búsqueda por dar sentido al pasado, nos encontramos con la belleza de lo desconocido, que nos invita a revisar los límites de nuestra propia comprensión.
Desde mi práctica artística, necesito la digitalización de objetos y lugares, los cuales ficciono buscando tensionar la realidad, buscando promover imaginarios de mundos posibles. Este proceso implica capturar registros en video o fotografías que luego son sometidos a un minucioso procesamiento a través de softwares especializados, en lo que se conoce como fotogrametría.
La fotogrametría es una técnica que nos permite reconstruir digitalmente un lugar desde una representación tridimensional a partir de la captura de imágenes desde diversos ángulos. Sin embargo, es importante comprender que esta reconstrucción digital es solo una cáscara superficial de la realidad.
Digitalizar este momento,
el registro siempre suspende el paso del tiempo.
Nos permite comparar y presenciar transformaciones sucedidas, aunque solo desde su morfología. No equivale al poder presenciar el acto natural de conservación en vivo y en directo de 4000 años representado por una pintura o un grabado en piedra, mucho menos entender un centímetro de su verdadero propósito.
Al intentar comprender por qué o cómo se realizaron los tallados, los pictograbados, y las pinturas que son posibles reconocer en la región, me surgen preguntas sobre mis propias prácticas: ¿por qué hago lo que hago? ¿por qué trabajo con las herramientas que utilizo? ¿por qué busco darle un espacio, una materialización a mi imaginario?
Me veo en la posibilidad, dado el camino escogido, de digitalizar. Las herramientas que aprendí a usar tienen cada una sus propias posibilidades.
En otra situación, cuando utilizo un cuchillo o juego con piedras, son los propios volúmenes y materialidades los que me proporcionan sus condiciones. Por mucho que quisiera beberme el cuchillo o suspender las piedras, estas no son sus posibilidades matéricas. Esto evidencia que son las mismas cosas las que presentan sus propios límites y posibilidades (Berbel, 2023; Washington, 2016; Bennett, 2012).
Esta idea cuestiona el estado de voluntad que creo tener sobre el mundo material, surgiendo entonces la interrogante: ¿Qué nos motiva a prestar atención a tal o cual objeto? Será acaso que en nuestro cohabitar, somos también objeto de los objetos?
Lo cierto es que no es posible mostrar la realidad absoluta, si es que existe alguna. Todos los registros son mediados, interpretaciones, ediciones de lo que se interesa mostrar.
Los resultados de la fotogrametría no son impecables, requieren de edición. Es en este momento en que la materialidad trabajada permite deslices y transformaciones ficcionales. La fotogrametría se utiliza como una herramienta para capturar la realidad física de lugares, mientras que la ficción se introduce para explorar posibilidades alternativas y generar reflexiones sobre nuestro presente y futuro.
Quisiera entonces que la posibilidad de construir y trasladar por medio de la digitalización de este lugar pudiera promover en otros la valorización del mismo, extendiéndoles un extracto de su composición, recordándoles que ese lugar persiste ahí, atravesando el tiempo.
Referencias
Troncoso, A., Salazar, D., Parcero-Oubiña, C., Hayashida, F., Fábrega-Álvarez, P., & Larach, P. (2019). Maquetas incaicas en Chiu-Chiu: paisaje y ritualidad agraria en el desierto de Atacama. estudios atacameños, (63), 3-23.
Berbel, R. (2023). Materia vibrante. Una ecología política de las cosas. Theory Now. Journal of Literature, Critique, and Thought, 6(1), 207-212.
Bennett, J. (2012). Systems and things: A response to Graham Harman and Timothy Morton. New literary history, 43(2), 225-233.Washington, C. (2016). The Non-Human Turn ed. by Richard Grusin. Configurations, 24(2), 269-272.