Los primeros testimonios relacionados con el uso de materias colorantes se remontan a aproximadamente 450.000 años. No obstante, hace 150.000 años estas se vuelven más común al participar de ritos fúnebres, hallarse como materias primas con evidencias de su uso para funciones aún indeterminadas, entre las que se propone el tratamiento de cuero, la pintura corporal o prácticas rituales.